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El acuerdo Irán-Arabia Saudita es una pesadilla para Israel, Estados Unidos y el mundo

Por MICAH HALPERN

Fuente Jpost

Traducción Stella Szpira

CORONA SAUDITA

El príncipe Mohammed bin Salman se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, en Jeddah, la semana pasada.

Cualquier empresa diplomática que incluya a Irán es extremadamente peligrosa para Israel y la región. No se puede confiar en Irán. Irán no es parte responsable de ningún acuerdo.

Hay enlaces diplomáticos y conversaciones que me tienen alarmado. Estados Unidos e Israel deberían estar seriamente preocupados por la reanudación de las conversaciones y la construcción de relaciones entre Irán y Arabia Saudita. Estados Unidos e Israel también deberían estar muy preocupados por la participación de China con Irán y Arabia Saudita. Pero es esta nueva relación floreciente entre Irán y Arabia Saudita la que me está provocando escalofríos.

Irán y Arabia Saudita, enemigos desde hace mucho tiempo, son jugadores expertos en lo que respecta a la diplomacia internacional. Arabia Saudita participa simultáneamente en el enlace diplomático con Irán y en la navegación de un acuerdo negociado por Estados Unidos entre su país e Israel. Y no cualquier trato. Este sería un acuerdo que incluye una resolución del problema palestino-israelí de décadas de antigüedad, hasta ahora irresoluble. Un acuerdo que, presumiblemente, implicaría alguna forma de estado o independencia palestina.

Nunca puedes confiar en Irán

Las tensiones que han existido entre Irán y Arabia Saudí han sido muy importantes para mantener el equilibrio en la región. Estos dos importantes poderes regionales se equilibraron entre sí. Sus tensiones los mantuvieron bajo control y evitaron una confrontación cara a cara entre las poblaciones chiítas (Irán) y sunitas (Arabia Saudita) de la región. Hasta ahora, alentaron a sus representantes a luchar. Y como resultado, se minimizaron los conflictos regionales más grandes.

Eso fue entonces. Los tiempos han cambiado. Hoy en día, el atractivo de crear una relación de trabajo con Irán se ha vuelto muy atractivo para los saudíes. Y aunque no estoy del todo seguro de que este objetivo, hasta ahora elusivo, llegue a buen término, Irán y Arabia Saudita son socios dispuestos en el desafío de forjar enlaces. Un trato puede resultar contraproducente. Y si eso sucede, causará un gran daño al imperio saudita.

Como líder del mundo chiíta, Irán no tiene más que desdén hacia todos los sunitas, incluso, y especialmente, específicamente hacia Arabia Saudita, porque los líderes de Arabia Saudita son los líderes del mundo musulmán sunita. Los chiítas han guardado rencor a los sunitas durante más de 1.400 años. La ira es visceral.

Esa animosidad no se disipará ni desaparecerá con la firma de un papel. No puede borrar una herencia de odio que se remonta al período de Mahoma. Un tema central en su conflicto es la disputa de hace mucho tiempo sobre quién debería suceder al profeta Mahoma. También están en discusión importantes disputas sobre el Corán y el hadiz.

Han habido asesinatos públicos. Han habido masacres sangrientas. Incluso hay una disputa sobre la muerte de Mahoma. Los sunitas creen que fue envenenado por una mujer judía. Los chiítas culpan a sus dos esposas por el hecho mortal.

El Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, visitó recientemente Arabia Saudita. Según los informes de prensa, sus reuniones fueron productivas. Su oficina informó que las reuniones fueron el período previo a la normalización de las relaciones diplomáticas entre las naciones.

Esta reciente visita fue la segunda parte de las negociaciones cara a cara entre Irán y Arabia Saudita. La primera parte tuvo lugar en junio, cuando el príncipe saudita Faisal visitó Teherán y se reunió con los líderes iraníes.

No hay amor perdido entre estos dos países. Han estado en lados opuestos de los conflictos en Siria, Yemen e Irak. La división más reciente se produjo el 3 de enero de 2016, cuando Arabia Saudita retiró a su embajador y cerró su embajada en Irán. La medida siguió a la ejecución saudita del 2 de enero del clérigo chiíta nacido en Arabia Saudita Sheikh Nimr. En respuesta, los iraníes se amotinaron y quemaron la embajada saudita en Teherán.

El año anterior, durante el haj en La Meca, una estampida creciente resultó en la muerte de más de 2000 chiítas iraníes que realizaban su peregrinaje. El príncipe heredero saudita en ese momento culpó a los iraníes y sugirió prohibirles todas las peregrinaciones futuras.

Este año, por primera vez en ocho años, a los iraníes se les permitió regresar y participar en el haj. Fue una prueba que Irán pasó con gran éxito. Y hoy, los saudíes esperan que Irán respalde la candidatura de Riad para albergar la Expo 2030.

Irán tiene muchas razones para querer normalizar las relaciones con Arabia Saudita. Y tan importantes como son el acceso a los lugares sagrados en La Meca y la participación en el haj, no encabezan la lista. Irán también quiere la superioridad religiosa sobre los sunitas. Quieren que todos los musulmanes se unan bajo su liderazgo. Su objetivo final es derrocar a Arabia Saudita como líder del mundo musulmán.

De los 1.600 millones de musulmanes en el mundo de hoy, el 85% son sunitas, el 15% son chiítas. En condiciones normales, Irán nunca se convertiría en líder del mundo musulmán. Reparar los lazos con Arabia Saudita es, según esperan los líderes iraníes, el camino para lograr ese objetivo.

Para Israel, esa alianza será desastrosa.

MICAH HALPERN es un comentarista social y político. Su nuevo programa de televisión es Thinking Out Loud en el Servicio de Radiodifusión Judío.