
Se suele señalar, erróneamente, que los primeros líderes del sionismo moderno ignoraron a la población árabe de la Palestina otomana. Sin embargo, el mismísimo Teodoro Herzl dio la palabra a un árabe en su utopía Altneuland (1902), en la que imagina cómo sería el Estado judío. Raschid Bey festeja el progreso agrícola y económico que el sionismo traía a los árabes, quienes conviven en amistad y prosperidad con los hebreos. Herzl vislumbró un liderazgo árabe sensato que optaría por la convivencia, como el emir Feisal de Hejaz, quien en 1919 se opuso al colonialismo británico e hizo público su apoyo al sionismo y a la reconstrucción judía en Palestina. Pero lamentablemente los árabes palestinos terminaron en las garras del nazi Amín al-Husseini (ver # 0010 y 0036) quien los arrastró a un siglo de violencia e infelicidad.
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