Si los judíos pudiéramos solicitar del cristianismo y del Islam que renunciaran a algunas de sus creencias en aras de convivir en confraternidad… De los cristianos, podríamos pedir que rechacen el Supersesionismo (la idea de que han venido a suplantarnos) o la maldición del deicidio. Del Islam, la noción de que pueden cobrarles a las minorías para respetarlas (“jizya”), o que ya no intenten reconquistar todo territorio en el mundo que alguna vez hubiera estado bajo su égida. Me parece que, si hubiera que pedir alguna renuncia del judaísmo, no se hallaría nada en su fe que impida la convivencia. Ni el más fanático y extremista de los judíos se propone convertir al mundo al judaísmo. El estricto no-misionerismo es clave de paz. La convivencia no resulta de que TODOS RENUNCIEN UN POCO a sus creencias, sino del abandono de la IMPOSICIÓN de ellas a los demás.
GUSTAVO PEREDNIK ///

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