Un joven gazatí se jactó en un video porque arroja la comida a la basura al haberse enterado de que se trata de ayuda humanitaria NORTEAMERICANA. El mensaje parece ser claro: pese a la propaganda en contrario, el hambre en Gaza es mucho más leve que el odio. Alguien dirá: “bueno, démosle MÁS ayuda y así revertiremos su odio”. Es una receta que fracasa una y otra vez a lo largo de la historia. Lo contrario sí puede funcionar: hasta que no neutralicen su odio, no deberían esperar de ayuda alguna. “¿Y es posible neutralizarlo?” -pregunta el escéptico. ¡Por supuesto que sí! Se trata de un odio artificial, inyectado por el adoctrinamiento judeofóbico (de la ONU, agreguemos). Tal como se convino para Alemania un proceso de desnazificación, no hay otro camino con los palestinos.
GUSTAVO PEREDNIK

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