Los judeófobos construyen una mitología que les permita matar. El judío Raphaël Lévy partió en 1669 de la aldea francesa de Boulay hacia Metz, para adquirir un shofar. En las cercanías desapareció un niño cristiano, y ello bastó para que Raphaël fuera detenido: “se sabía” que los judíos usan ritualmente sangre de niños. El tribunal lo encontró culpable de infanticidio. Cuando hallaron el cadáver del niño devorado por lobos, no se rectificaron: Raphaël fue quemado en la hoguera de Metz. Todos supieron de su inocencia pero el tribunal, “por las dudas”, exigió también la expulsión de los judíos. Tan arraigados están los mitos judeofóbicos que suele resultar imposible refutarlos racionalmente. Así con el pobre Raphaël, con el deicidio y con que dominamos el mundo, o con que Israel es el malo de la película. ARTÍCULO RELACIONADO: https://www.nodulo.org/ec/2010/n098p05.htm
GUSTAVO PEREDNIK

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