El jueves pasado, más de 120 gazatíes murieron ante un camión de ayuda. Inmediatamente diversos gobiernos (como Francia) acusaron a Israel. Por doquier se multiplicaron las voces “preocupadas por la violencia” (léase los habituales “críticos”: ONU, Vaticano, BBC, etc.). Dos días después, las pruebas fueron contundentes: NUNCA Israel atacó a civiles. Hamás había disparado al aire para ahuyentar a la multitud, y murieron en la estampida. Pero la propaganda antisionista había ganado: con la mera acusación “confirmaban que Israel asesina”. El antisionismo no se alimenta de hechos, sino de ACUSACIONES sin pausa que prologan su violencia. Cuando se las desmiente, los “preocupados” se limitan a abandonar el tema, y aparecen nuevas calumnias. Para aclarar mejor el síndrome, ofreceré en la siguiente reflexión un ilustrativo ejemplo de hace 350 años.
GUSTAVO PEREDNIK

Deja un comentario