Por Ricardo López Göttig
El casi 88% de Putin en la “elección” presidencial de los días 15, 16 y 17 de marzo, comicios viciados por coerción, control de los medios de comunicación, obstáculos legales a eventuales candidatos que podían hacerle sombra, así como el miedo que recorre a la oposición en Rusia, fortalece su posición para los próximos años.
Reúne la fiereza del león y la astucia del zorro, como recomendaba Maquiavelo, en una sociedad más acostumbrada a los regímenes autoritarios que a los breves destellos de algo parecido a la democracia, pero en donde las viejas prácticas de cleptocracia, opresión y corrupción nunca desaparecieron, lamentablemente. Si bien es muy probable que Vladímir Putin hubiera ganado la elección sin necesidad de recurrir a estos mecanismos para barrer contra toda alternativa, no podía permitir que asomara alguna candidatura que pudiese plantear dudas sobre su liderazgo casi omnipotente. En diciembre de 2023, la periodista y ex legisladora Yekaterina Duntsová presentó una importante cantidad de adhesiones para su nominación presidencial, pero gracias a una serie de tecnicismos se la dejó fuera de la carrera. Se trata de una periodista que buscó presentar una plataforma anti-bélica, llamando a un armisticio con Ucrania, y esto quizás hubiese sido suficiente para atraer a parte de un electorado que quiere llegar a un cese de fuego. La sospechosa muerte de Aleksei Navalny un mes antes de los comicios presidenciales, en una colonia penitenciaria en la zona ártica de Rusia, fue un llamado de atención a las voces disidentes, tal como lo fueron tantos otros fallecimientos con caídas por balcones y ventanas.
Putin se siente fortalecido y, en ese contexto, se comprende que Dmitri Medvedev haya planteado públicamente la “fórmula de la paz” con Ucrania, que consiste en anexar totalmente al país vecino dentro de Rusia. Lejos de ser un plan de pacificación, es lisa y llanamente un aviso de lo que realmente se pretende hacer, y declaraciones posteriores también apuntaron hacia Letonia, uno de los tres países bálticos que, además, es miembro de la Unión Europea y de la OTAN.
La atmósfera se enrarece en Europa, como ocurrió en los años 1930. Nuevamente una ola de antisemitismo recorre al continente, y a esto se agrega que el Este y el centro de Europa se sienten amenazados. Es muy probable que en los próximos meses también se desestabilice el flanco meridional, ya que en la extensa región del Sahel se están detectando crecientes ataques de terroristas jihadistas, que provocarán nuevas migraciones hacia el Mar Mediterráneo. Un cocktail explosivo que requerirá mucha disuasión, firmeza y políticas aceleradas de rearme en el continente europeo, si quiere evitar una catástrofe que puede ser de alcance global.
fuente Radio Jai

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