A muchos judíos los abate la angustia derivada de preguntarse: ¿cómo es posible que tanta gente se plante en contra de Israel, en una guerra en la que no queda ni un atisbo de duda sobre quién es el agresor? Más amplio aún: ¿cómo puede ser que el Estado judío no goce de apoyo mundial, dado que nuestros enemigos proclaman que quieren eliminarnos, tan despiadadamente como lo hicieron el 7/10? La respuesta es: cuando se abren las compuertas y la judeofobia pasa a ser aceptable, la gente ventila sus pasiones morbosas, y es habitual que las descargue contra el histórico “acosado”. La judeofobia es una forma del bullying, y su blanco es el judío (individuo, pueblo, religión o Estado). Muchos, en ciertas circunstancias, anulan su razón para dejarse arrastrar al “goce” del bullying. Ha ocurrido en el pasado, y también en esta época llegará a su fin.
GUSTAVO PEREDNIK

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