5 cosas sobre Yosef ben Matityahu

Por Elad Brandes

Traducción Stellusz

Hace aproximadamente un año, después de ver la excelente película “Legend of Destruction”, saqué del estante un libro voluminoso y abandonado que nunca había leído ni estado dispuesto a regalar: “La guerra de los judíos contra los romanos” de Yosef ben Matityahu (Flavio Josefo).

Comencé leyendo los capítulos largos y detallados sobre la conquista de Jerusalén y la destrucción del Templo. Pero pronto me vi completamente absorbido, y leí casi todo el libro, que a veces es agotador pero también fascinante y envolvente.

En honor a Tishá BeAv, aquí algunos de los puntos más destacados e interesantes de este libro:

1. La historia la escriben los vencedores

No hay forma de endulzarlo: Yosef ben Matityahu traicionó.

Era un sacerdote instruido, designado como comandante de la rebelión en Galilea, pero en un momento crítico se pasó al bando vencedor. Describe cómo armó y fortificó las principales ciudades, el sitio de su ciudad Yodfat y cómo los romanos la tomaron por la fuerza [es fácil imaginar la noche invernal y los golpes del ariete contra las murallas].

Y entonces, en un giro dramático e inesperado, cuando está atrapado en una cueva con otros combatientes, decide obedecer las visiones nocturnas que le habían revelado que su destino era sobrevivir y contar la historia del pueblo judío. Se rinde y le dice al general Vespasiano que él y su hijo Tito serían emperadores de Roma.

Una historia casi idéntica a la de Rabán Yojanán ben Zakkai [a quien Yosef no menciona en absoluto en su libro].

En muchas partes del libro hay discursos de judíos que intentan convencer a los rebeldes de que no tiene sentido rebelarse contra el gran Imperio romano, que en ese momento contaba con el favor de Dios y la fortuna, y que lo mejor era salvarse.

Tal vez así lo vio realmente Yosef y decidió salvarse, quizá para ser el último vestigio de su pueblo y contar su historia.

Salvo algunas leyendas fragmentadas del Talmud, no hay otro testimonio tan completo y continuo como el relato de Yosef sobre los eventos de la Gran Revuelta.

La historia la escriben los vencedores. Por eso, el relato principal quedó desde el punto de vista del autor que eligió cambiar de bando en el último momento. El relato está sesgado en más de un aspecto.

Pero sin su testimonio, quizás nunca hubiéramos sabido nada de los personajes y la gran tragedia que tuvo lugar entonces en Jerusalén, en aquellos días como en estos tiempos.

No cabe duda de que Yosef amaba a su pueblo, a Jerusalén y al Templo, y en muchos momentos se permite dejar de lado la objetividad del historiador para escribir con profunda tristeza personal sobre el destino de la ciudad y los sitiados que enloquecían de hambre.

2. El capítulo oculto de nuestra historia

Me considero alguien que conoce bastante de historia, general y judía. Pero me quedé sorprendido por la riqueza y profundidad de la información revelada en este libro.

Un capítulo completo, largo y muy importante en la historia del pueblo judío que apenas conocemos.

El libro completa el vacío entre los cánticos de Janucá, las ruinas de Cesarea, los restos del Muro Occidental, Masada y el ayuno de Tishá BeAv.

El relato comienza con la revuelta de los macabeos, sigue con los enredos entre los reyes descendientes de los jasmoneos, la invitación al procurador romano y la conquista del país.

Continúa con el idumeo Antípatro y su hijo aún más ambicioso – Herodes, cuyas huellas aún se sienten en Israel hoy.

Describe el trasfondo del estallido de la revuelta, la corrupción del gobernador romano que solo aumentó la tensión en lugar de aliviarla. Los conflictos entre judíos y gentiles en la ciudad mixta de Cesarea. Y por supuesto, los eventos de la Gran Revuelta, el sitio implacable y la destrucción del Templo con todo lujo de detalles.

Se describen lugares muy conocidos del país, pero en una versión antigua y distinta, con otros nombres y personajes.

Pruébense ustedes mismos: ¿Saben qué ciudades eran Filadelfia, Scitópolis y la Torre de Estratón?

[Respuesta: Amán, Beit Sheán, Cesarea].

También describe sectas y corrientes que hoy no conocemos en profundidad: los esenios (una especie de secta espiritual comunitaria y ascética), los fariseos (rabinos o sabios, los que hoy llamamos Jazal), y los saduceos (la clase sacerdotal, que dirigía el Templo y tenía su propia interpretación de la Torá).

Este es sin duda un capítulo fundamental de nuestra historia que todos deberían conocer.

3. Odio gratuito

Parece que Yosef y los sabios del Talmud coinciden en la causa de la destrucción: el odio gratuito, o más precisamente, los graves conflictos internos entre sectas.

En varios puntos, Yosef habla con enojo de los celotes que lideraron la revuelta y de los conflictos entre ellos como la principal causa de la caída de Jerusalén.

Se le puede criticar por haber desertado al bando romano, pero la conclusión principal coincide con la que ofrecen las leyendas del Talmud.

Yosef comienza su relato en el pasado distante [desde su perspectiva] – con la revuelta de los macabeos – para mostrar que los conflictos internos y rivalidades fratricidas fueron lo que llevó a la pérdida de la independencia y, finalmente, a la caída de Jerusalén.

El enfrentamiento era tan grave que cada bando estaba dispuesto a “incendiar el club”: ya sea invitando a un conquistador romano o quemando los almacenes de alimentos.

Una lección importante para nuestros días, sin necesidad de profundizar más.

4. El Templo

El Templo y el ritual de los sacrificios eran el corazón de la nación, el símbolo de unidad.

Durante todo el periodo cubierto por el libro – desde los macabeos hasta la ocupación romana y la Gran Revuelta – lo que los judíos no estaban dispuestos a tolerar era una ofensa al Templo y al culto.

Estaban dispuestos a dar la vida por ello.

En el momento en que Tito prende fuego al Templo, algo se rompe en el corazón de los rebeldes, y aunque aún quedaban fortificaciones fuertes en la ciudad que podían resistir, uno a uno se rinden.

5. Perspectiva

En el momento en que Yosef escribe el libro, el pueblo judío ya tenía una historia de más de mil años.

Distintos discursos dentro del libro mencionan esa historia rica, evocan los relatos de los patriarcas, el Éxodo de Egipto y los reyes de Judá que enfrentaron asedios y guerras.

Emociona ver cómo, en una época en que el cristianismo apenas estaba naciendo y el islam ni siquiera existía, el pueblo judío ya tenía una historia tan rica y un relato único que contar al mundo.

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