Stellusz place

¿POR QUÉ DEFIENDO A ISRAEL?
Escrito por la excelentisima Embajadora de Guatemala en Israel.
Mientras miles de voces alrededor del mundo se han dedicado a mentir, a acusar sin pruebas, a difamar y a odiar a Israel, a mí me ha sucedido todo lo contrario: cada día admiro y amo más a esta nación. Muchas veces me he preguntado por qué tanto odio, y la respuesta, aunque compleja, tiene una raíz clara. Existen siglos de argumentos fabricados, distorsionados, alimentados por la ignorancia, la propaganda y el antisemitismo, que se han convertido en verdades falsas repetidas hasta el cansancio. Por más que uno intente explicar lo que realmente ocurre aquí, por más que se muestren hechos, realidades y rostros concretos, muchos eligen creer en narrativas diseñadas por quienes solo buscan destruir a Israel. Lo más alarmante es que no se dan cuenta de que, después de Israel, el próximo objetivo somos todos nosotros. (Todos los que consideran infieles)
¿Por qué defiendo a Israel? Porque vivo aquí. Porque veo, escucho, camino y siento esta tierra a diario. Porque no hablo desde el prejuicio ni desde una pantalla, sino desde la experiencia vivida. He recorrido el país de norte a sur, he visitado sus fronteras con Egipto, Gaza, Líbano, Siria y Jordania. He conocido a israelíes de todas las raíces: judíos, musulmanes, drusos, cristianos; todos conviviendo en medio de las tensiones con una fuerza de vida admirable. También he compartido con personas de muchas otras nacionalidades que han decidido hacer de esta tierra su hogar.
He estado en hospitales donde se atiende sin distinción, en centros de ayuda que extienden la mano no solo a los suyos, sino al mundo. He conocido instituciones que, con innovación y tecnología, salvan vidas en lugares que ni siquiera saben pronunciar “Israel”. He conversado con familias de secuestrados, con sobrevivientes del ataque al festival NOVA el 7 de octubre, con hombres y mujeres que fueron secuestrados y rescatados del infierno. He compartido momentos con sobrevivientes del Holocausto, cuyos ojos llevan el peso de la historia y, aun así, brillan con esperanza. He abrazado soldados, los he visitado en bases militares y los he visto conmovidos hasta las lágrimas, no por odio, sino por amor a su país y a la vida.
¿Y por qué les cuento todo esto? Porque tengo la solvencia moral para hacerlo. Porque no hablo desde lo que escuché, sino desde lo que viví. Porque he sido testigo del corazón de esta nación. Porque aquí, entre el dolor y la incertidumbre, he descubierto una verdad luminosa: lo que une a los israelíes no es el poder ni la venganza, sino la resiliencia, la solidaridad, la dignidad y un profundo respeto por la vida.
Israel es una nación que lucha por su existencia todos los días, no para conquistar, sino para defender lo que aman y lo que les pertenece historicamente. Y esa lucha es compartida por todos: hombres y mujeres, religiosos y laicos, jóvenes, niños y ancianos. Todos han servido, sirven o servirán en el ejército, porque saben que no tienen otra opción más que resistir unidos. Porque en este rincón del mundo, rodeado por más de 50 países que muchas veces lo niegan y lo amenazan, lo odian, Israel sigue de pie, pequeño en territorio, pero gigante en logros, humanidad y avances. Un país con más premios Nobel que naciones con diez veces su tamaño, y con una convicción profunda de que su existencia es un derecho irrenunciable.
Por eso defiendo a Israel.
Y ahora que lo conozco, que lo he vivido, que lo he sentido como mío, lo defenderé siempre.
Por convicción, por justicia y por amor. AM ISRAEL JAI
Jerusalen, 25 de julio 2025 – día 659-