Según los informes:
Es un plan de ~20 puntos que exige, entre otros, que Hamás se desarme, libere a todos los rehenes en un plazo corto (~72 horas), ceda el control de Gaza, que haya un cese inmediato de las hostilidades, la retirada gradual de Israel, reestructuración política (una autoridad de transición), estabilización mediante fuerza internacional, reconstrucción económica e infraestructural. Israel ya dio su aprobación al plan, aunque con condiciones y salvedades. Hamás aún no ha aceptado formalmente; ha señalado que cualquier acuerdo debe llevar a un fin completo de la guerra, retirada total, etc.
Obstáculos clave
Condiciones impuestas al Hamás Pedidos como desarme completo, entrega inmediata de todos los rehenes, abandono del control de Gaza, etc., son muy duros para Hamás. Aceptarlos implicaría perder su razón de existencia política y militar, lo que parece para ellos un precio muy alto. Desconfianza mutua Ambas partes tienen profundo recelo de que la otra no cumpla. Hamás teme que cedan terreno, que el retiro israelí no ocurra de verdad, o que sean víctimas de represalias. Israel y sus aliados no confían en que Hamás cumpla compromisos de seguridad o de desarme sin fuertes garantías. Resistencia interna en Israel Aunque Netanyahu apoye públicamente el plan, la coalición de gobierno en Israel incluye sectores que se oponen a cualquier acuerdo que no suponga “victoria total” o destrucción de Hamás. Además, hay presiones domésticas de grupos de víctimas de ataques, familias de rehenes, de colonos, etc., que complican cualquier concesión. Presión internacional versus prioridades locales El plan cuenta con respaldo de algunos actores internacionales, lo que ayuda. Pero la urgencia humanitaria, los daños, las opiniones públicas, los medios, etc., también pueden generar presiones muy diferentes que no siempre favorecen un compromiso. Garantías y supervisión Para que un acuerdo de este tipo sea creíble, Haría falta mecanismos de supervisión internacionales fuertes (fuerzas de paz, observadores independientes), garantías de seguridad, flujos de ayuda, etc. Establecer los arreglos institucionales para todo esto es complejo, lento, susceptible de sabotajes o incumplimientos. Tiempo El plan da plazos cortos (por ejemplo, 3-4 días para aceptar) lo que aumenta la presión, pero también deja poco margen para que Hamás lo estudie, negocie cambios, se consulte con sus miembros internos, etc. Esa presión puede generar rechazo si sienten que el plan se impone unilateralmente sin espacio de negociación.
Factores que podrían favorecer que el acuerdo ocurra
La crisis humanitaria en Gaza: las pérdidas, la destrucción, la escasez de recursos, etc., podrían empujar a que haya incentivos fuertes para detener la guerra. Presión internacional significativa, diplomática, de países árabes mediadores como Egipto o Qatar, que pueden influir en Hamás, asegurando que haya asistencia luego de un acuerdo, etc. Apoyo de Estados Unidos y quizá de otras potencias internacionales garantizando protección y cumplimiento del acuerdo. Si Hamás percibe que, militarmente, la situación le es insostenible, podría ver en el plan una salida menos costosa que continuar el enfrentamiento. Posible reforma interna de Hamas, o moderación, si considera que es clave para su supervivencia política.
Mi estimación de la probabilidad
Dada la combinación de todos estos factores — lo estrictas que son las condiciones, la desconfianza, los riesgos internos, y lo poco dispuesto que parece Hamás a renunciar a sus capacidades militares — yo consideraría que la probabilidad de que Hamás acepte todos los términos del plan tal cual está es baja (quizás en el rango del 20-30 %).
Sin embargo, es más plausible que haya un acuerdo parcial o modificado: algunos puntos menos drásticos, fases escalonadas, plazos más largos, ciertos compromisos de seguridad con fuertes garantías, etc. Tal acuerdo puede no satisfacer a todas las partes plenamente, pero podría significar un cese al fuego, liberación parcial de rehenes, mejoras humanitarias, disminución de la violencia.

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